miércoles, 11 de julio de 2012

XII De Cardexía a Misamis: de Cebú a Misamis

- XII -
DE CEBU A MISAMIS
---- ooo ----

El día siguiente, cuatro, a las ocho de la mañana dejamos Cebú y continuamos nuestro viaje. La mayor parte del pasaje quedóse allí y tomamos un nuevo pasajero, un ingeniero agrónomo que había conocido ya en la fonda, que hará conmigo el viaje y seguirá hasta Manila pues estos vapores van describiendo un circulo por estas islas y vuelven al punto de partida. El tal ingeniero es una persona muy simpática y oportuna y nos hemos hecho amigos.

Próxima a Cebú esta la isla de Mactan quedando sólo entre las dos un canal. En esta isla de Mactan es donde fué asesinado Magallanes. Hay un pequeño monumento que no vimos desde el barco por ocultarlo los arboles. Los naturales de las islas próximas miran de reojo a la de Mactan por haberse cometido allí tal asesinato y no hace mucho tiempo que siendo destinado allí un Cura apellidado Magallanes estaban con un miedo horrible por si era descendiente del intrépido navegante, e iba a vengar su muerte.

De Cebú debíamos ir a Ormoc pero no llegamos a este punto porque el viento que reinaba no se podía descargar allí. Por supuesto que esta fue la explicación que nos dió el Capitán y me sorprendió lo del viento pues nosotros no lo percibíamos, pero posible es que dada la situación de Ormoc sucediese así. Paramos de noche en Puerto-Bello donde se dejó la carga, correo y unos chinos que iban para Ormoc. Puerto-Bello debe tener bien puesto el nombre a juzgar por lo que de noche pude apreciar. Forma una herradura, en cuyo centro está el pueblo y las aguas tan tranquilas que ni siquiera rizaba la superficie. Ambos puertos están en la isla de Leyte que seguimos costeando y el 5 por la mañana llegamos a Catbalogan en la isla de Samr. No bajarmos a tierra por estar el vapor fondeado un poco lejos. El aire favorecía la descarga pero cuando volvían hacia el vapor los botes tardaban en llegar mucho tiempo, a pesar de ser corta la distancia pues la marejada se lo impedía.

Por la tarde salimos, dando al principio un gran rodeo por los bajos que hay en el puerto. Los bajos abundan mucho en este país y para señalarlos a fin de evitar siniestros, hay un barco de guerra, el "Argos" con una comisión hidrográfica, que está sacando cartas de estos lugares. El "Argos" creíamos haberlo hallado en Catbalogan pero hace unos días salió para Tacloban, adonde ahora nos dirigimos.

Catbalogan está en la isla de Samar y Tacloban en la isla de Leyte. Ambas islas están tan próximas en la parte por donde ahora navegamos que no queda más que un canal entre ellas. Como estas islas todo son recortes, formando golfos, ensenadas, bahías, cabos, promontorios etc.; como la vegetación es tan feroz que llega hasta el agua pues de entre ella salen los arboles de las orillas; como hay una porción de islotes muy bonitos, este trayecto resulta delicioso viéndose pueblecillos muy lindos, con sus casas de caña y nipa medio ocultas entre cocos que es arbol que siempre anuncia un pueblo pues lo cultivan por su mucha utilidad.

A la noche fondeamos frente a un pueblecillo llamado Santa Rita pues no se debe viajar de noche en este trayecto. Tuve buen cuidado de madrugar para disfrutar de los encantos del estrecho San Juanico que pasamos a primera hora. Hay un punto en que creo que un buen saltarín podría lanzarse a tierra desde el buque y aunque no tanto como en ese sitio continúa un buen trozo bastante estrecho, hasta que por fín a las 8 de la mañana (del 6) llegamos a Tacloban.

Allí estaba el Argos de donde salío al punto una lancha con dos alféreces de navío que venían a buscar a un compañero que viajaba con nosotros. Allí he visto a un contador de la armada, primo de Pedrín, para quien traía una visita.

Bajamos un rato al pueblo pero poco permanecí allí pues no me gustó nada. Es cabecera de la isla, hay juzgado, etc. Bastante movimiento comercial y una regular población indígena, pero así y todo es el punto que menos me agradó de cuantos pude conocer en este pais. Allí se quedó también su correspondiente registrador.

Salimos a la tardecilla y muy de madrugada noté los ruidos que me indicaban la llegada al puerto. Era Cabalian, también de la isla de Leyte, punto de poca importancia. Parose poco, y de allí a dos o tres horas llegamos a Surigao, una de las cabeceras de la provincia de la isla de Meridiano. Bajé con el capitán y el médico del barco a casa del juez, compañero mío que llegó en el viaje anterior. Aunque poco nos conocíamos me hizo quedar a comer en su casa. Está casado y tiene una chiquitina muy mona que ya empieza a hablar "visayo". Ví al Gobernador, al Administrador de la isla de Hacienda, Promotor, Padres Jesuítas, etc, que todos me obsequiaron en los dos días que allí paramos pues había mucha carga para embarcar.

Al día siguiente, 8, oí misa cantada. La Iglesia bastante espaciosa pero todo se necesita, por el calor. A la terminación de la misa ví subir a un padre al púlpito y me disponía a oir sus plática pero resultó ser un "visayo" así que hice "fu" como el gato, agradeciéndole muchísimo el que hubiera dejado para el último su sermón.

A la tardecita dejamos Surigao que es un pueblo bonito pero con el incoveniente de que no tiene más salida que el muelle, distante un cuarto de legua del centro del pueblo. Por lo demás, esto es muy común aquí, pues no hay quien pueda meterse, sopena de perniciosa segura, por los montes y bosques vagueses donde dicen no se puede resistir el frio pues tan tupidos son que nunca penetra el sol en ellos.

Salimos pues, viajamos toda la noche y por la mañana del día 9 llegamos a Mambajao en la isla de Camiguin, próxima a Maridana, perteneciente ya a mi provincia. Preciso era desembarcar en tierra donde iba a mandar. Metímonos en un bote, el ingeniero, el registrador de Misamis, el sobrecargo del "Brutus" y yo. No hay muelle todavía pues están comenzando su construcción y para saltar a tierra había carros tirados por "carabaos". Subimos a uno y los cuatro nos agarramos unos a otros para poder sostener el equilibrio y evitar un chapuzón. El carabao se portó bien y nos dejó en seco.

Interin el sobrecargo arreglaba sus asuntos, dimos un paseo por el pueblo pasando por junto a la iglesia entramos en el Convento (o casa rectoral). El padre nos recibió obsequiándonos con bebida como es cosa del país. Diome el parabien y estando en la visita llegaron el gobernadorcillo y el juez de paz a ofrecerme sus respetos y ponerse a mis órdenes. Pasamos luego a casa del Gobernadorcillo donde se repitieron todos los obsequios. tiene la casa muy bien puesta, con su piano correspondiente, cosa que aquí es muy común. Luego la orquesta del pueblo vino a obsequiarnos, y nos condujeron en un carruaje hasta los botes. En la playa me encontré al administrador de Misamis que había parado unos días en Mambajas con su señora, una niña madrileña. Me ratificaron las buenas noticias que tenían de Cagayan en donde se me esperaba como el santo advenimiento.

Partimos de 9 a 10 de la mañana y a poco vimos un volcán en una punta de la isla de Camiguin. Forma una especie de cono cuya base es el mar en su mayor parte, cubierto de lava o ceniza de color gris. No está ya en erupción y aunque dicen en que sale humo y vapores por algunos sitios nada de eso puede percibir desde el barco. En la tardecita nos íbamos acercando al término del viaje y ya anocheciendo puse mi planta en Cagayan de Misamis desde donde te escribo esta después de llevar cerca de un mes. Voy ya acostumbrándome al pueblo y al cargo. De uno y otro te diré algo en mis últimas notas.

Tuyo siempre

AUGUSTO

martes, 10 de julio de 2012

XI De Cardexía a Misamis: de Manila a Cebú


- XI -
DE  MANILA  A  CEBU
---- ooo ----

Rio Pasig. Manila
El 30 de noviembre, pues, despedíme de los amigos de Manila y me embarqué en el vapor "Brutus" de la Casa Aldecoa y Cía. Tres vapores de estos se disponían a partir en diversas direcciones para conducir carga, correspondencia y pasajeros que distribuyen por diferentes islas de las de Filipinas. Como los tres barcos estaban el río Pasig, amarrados al muelle y muy próximos, cruzábamos de unos a otros saludos y adioses a una gran parte de los comarcanos del "Isla de Panay" que en dicho día abandonaban como yo Manila.

Por fín largó sus amarras el "Brutus" y descendimos por el rio hasta la próxima bahía. Estaba colgado el caldero que indica baguio; me explicaré. Hay en todos los puertos en un punto elevado un telégrafo de señales que indican la entrada y salida de buques por medio de unas bolas que cuelgan una especie de crucetas. Variando la combinación de esas bolas, con banderolas y otras señales indican la nacionalidad del buque que entra o sale del puerto, si es de guerra, correo o simplemente mercante. También se indican las variaciones atmosféricas más importantes y por eso estaba una señal de forma de caldero al lado izquierdo anunciando el baguío. Salimos, no obstante y a fé que yo no temía lo más mínimo (quizás por mi ignorancia) a encontrarme con ese caballero.

Entramos en la bahía ya anocheciendo y a cosa de las doce salíamos por la boca chica del Corregidor. Explicaré también esto. A la entrada de la bahía que es bastante estrecha esta la isla llamada del Corregidor y deja por tanto dos puntos libres a sus dos lados y como son de desigual anchura, por eso hay la boca chica y la boca grande.

El "Brutus" es un vapor bastante cómodo para el pasaje y ahora que estaba con los fondos limpios aún hacia a veces sus ocho y hasta nueve millas por hora, pero como las paradas son muchas y pesadas el viaje siempre resulta larguito.

Del pasaje del "Panay" íbamos el Presidente de la Sala de Cebú, un promotor fiscal, un alférez de navío, cinco registradores, uno con señora, y mi individualidad. Iban además dos o tres militares, por cierto poco adelantados en su carrera y unos diez o doce frailes, agustinos, recoletos y franciscanos. Iba también una señora con un hijo empleado en Cebú y a fé que nos han hecho reir. La señora bastante vieja como mujer, denotaba ser nueva como tal señora, y llevaba un arca de Noé consigo. La perrita, los canarios, el loro, las palomas, nada faltaba allí. Y el hijo aunque un poco ridículo nó dejaba de ser simpático, sobre todo por la correa con que llevaba las bromas, con que lo abrumábamos. El desdichado (al menos por ahora) se había casado por poder y llevaba hechos dos viajes a Manila a esperar a su mujer que debía llegar de España y efectivamente no llegaba. Ahora acababa de recibir carta en la que decía no vendría hasta Marzo.

Como veníamos algunos conocidos ya y los nuevos no eran malos, asi como la oficialidad del buque, no lo pasamos mal. Los frailes, muy campechanos, sueltan un "terno" como si tal cosa, y por regla general son pié para todo.

El día 1 de diciembre lo pasamos navegando por entre islas. No apunto sus nombres pues la relación sería pesada y a nada conduciría, además que sólo podría nombrar las principales. Como que en Filipinas, hay entre grandes y pequeñas e islotes de dos a tres mil. Ahí es nada. Cuentan que cuando Dios lo hizo el mundo se quedo con una poca tierra pegada entre los dedos de las manos y frotándose una contra otra se las limpió y dejó caer las partículas y trocitos de la masa hacia esta parte, formando Filipinas. "Si non é vero é ben trovatto".

Aunque dicho día fué domingo no pudimos oir misa pues no hay capellán en estos barcos, y aún cuando iban muchos presbíteros a bordo no había lo necesario para poder misar.

El 2 por la mañana, llegamos a Romblong, en la isla del mismo nombre, primera escala del vapor. A poco de fondear comenzó a llover y a variar el rumbo del viento por lo que se creyó que venía el baguio y cómo estábamos abrigados se demoró la partida pero afortunadamente no paso de ahí. Aunque yo deseaba saltar a tierra por ver algo de todo, desistía de mi deseo por no animarse los compañeros. A las ocho de la noche cuando ya me disponía a acostarme fuímos sorprendidos por los acordes de una orquesta no mal afinada. Asomeme a la baranda y ví un bote en que venían algunos europeos y una "banca" con una orquesta de índios. Puedes comprender el efecto que hacia oir de noche, en el mar y próximos a un pueblecillo de poca importancia, oir la jota de los ratas y otras piezas de "La Mascota"' y otras zarzuelitas. El gobernador de allí (un capitán llamado Pérez Dávila y pariente de los de la Coruña y Santiago), un español dedicado al comercio y otros dos o tres fueron pues a saludarnos con música, permanecieron un rato a bordo y con ellos bajamos a tierra obsequiándonos explendidamente en casa del Gobernador y comerciante, donde había un piano que no dejó de funcionar pues dos de los comarcanos tocaban y además un índio de la orquesta que no lo hacía nada mal por cierto. Yo canté (¿?) y brindé.

A las doce de la noche subíamos a bordo del "Brutus" que comenzaba a ponerse en movimiento y salimos llegando de madrugada a Cebú y fondeando antes del puerto hasta que fué bien de dia.

Había una marejada un poquillo fuerte, que dificultaba un poco la maniobra de amarrar el buque al "pantalán" (muelles) y como no sabíamos aún el tiempo que se pararía me dispuse a saltar a tierra en bote para no perder tiempo y poder arreglar mis asuntos.

Debía de ser cosa digna de ver mi personita muy enlevitada y enchisterada, metida en un bote que se balanceaba que era un contento, y recibiendo unas rociaditas de esas que parece se le meten a uno por entre los pliegues de la ropa. Y así a tierra pasando antes por sobre un carro que estaba metido en el mar para desembarcar por él. Y del bote salté al carro, pasé sobre un pacientísimo "carabao" que lo conducía y de éste a tierra.

Fuíme a la Audiencia, y presentéme a los Señores del margen, que me recibieron con mucha atención y cortesía, dispensándome de la visita de venir que es de rúbrica para prestar juramento.

Mujeres españolas en Manila
Estando con el Presidente en su despacho, se presentó allí un índio que me dijo era un abogado, nombrado juez interino de uno de estos distritos. ¡Un índio, abogado y juez! Inspeccioné su físico disimuladamente y... parecíome el aspecto ferozmente. Pero cuando poco después me vestí la toga para jurar me encontré que hacían lo propio con dos o tres dominicos que asistieron a la solemnidad. A la verdad dióme ganas de romper el magistral traje al ver los que aquí lo usan. Porque si el abotado juez-interino me pareció mal al principio desde que ví a compañeros suyos me parecía ya una gran cosa. Ante el Tribunal en pleno, con la mano puesta sobre el libro de los Evangelios presté juramento mediante una larga fórmula, el día 5 de diciembre, día de San Francisco Javier, santo de mi padre. Terminadas las ceremonias y formalidades fuíme con varios compañeros de viaje a comer a la única fonda de Cebú, que es bastante mala.

Por la tarde visité al personal de la Audiencia y volvime por la noche al "Brutus" donde había mucho movimiento con la faena de carga y descarga.

Cebú es una gran población regular, como que tiene Yobunador, Brigadier, Obispo y Audiencia. Es punto comercial pues allí se recibe de otros pueblos azucar y tabaco que embarca para Manila y creo que a China.

lunes, 9 de julio de 2012

X De Cardexía a Misamis: Manila

- X -
MANILA
---- ooo ---- 

Grupo de funcionarios españoles en Filipinas,
entre ellos el Juez D. César Augusto Velón Pardo

No bien desembarcamos en el muelle de San Gabriel entramos en un carruaje y nos condujeron al Hotel de Oriente, el mejor de Manila y donde nos hospedamos casi todos los comarcanos (compañeros de pasaje). Es un edificio grande y hermoso, está con bastante lujo y tratan bien. Se paga, no estando de pasada, dos pesos diarios. Empleo ya la palabra peso que es la unidad monetaria aquí. Cuéntase también por reales pero no de vellón sino fuertes, es decir, que un real fuerte son dos y medio vellones. Esto da lugar a equivocaciones de los "bagos" (recién llegados) pues al pedirles cuatro reales creen sencillamente que es una peseta y es medio duro.

En los siete u ocho días que permanecí en Manila, me he zarandeado lo que no es creible, pues entre el arreglo de documentos y formalidades, presentaciones oficiales, alguna visita, y paseos no quedaba tiempo libre. Al día siguiente de mi llegada fuí a presentarme con dos compañeros promotores fiscales, al Capitán General de este archipiélago, Señor Weyler; Luego que nos correspondió el turno, nos condujo un ayudante a la habitación donde recibía y al acercarnos a la puerta vimos a un hombre pequeño mal vestido, con unas fachosas patillas, mal afeitado, y hasta creo que sucio. A no ser por el fagín hubiera creído que era un "bata" (criado). Nos recibió de pie y nos echó un pequeño discurso dándonos consejos, y con pretensiones de entender algo de nuestra profesión. Se nos ofreció muy fino, y dándonos la mano terminó la audiencia y dejamos a "Monsieur Chimpancé".

Ese buen señor se hace un dineral como quien no quiere la cosa. Reúne entre sueldos y representación 45.OOO,- pesos anuales. No gasta en convites ni recepciones y explota el país cuanto puede. Ha poco marchó a Coton que estaba de ayudante suyo y se llevó 36.000,- pesos sabidos. Ese dinero se ha hecho con el contrabando. Los pesos mejicanos valen fuera de aquí 15 reales y aquí pasan por su valor. Está prohibida su importación pero los dejan colar y hacen un bárbaro negocio. Provocarán un conflicto monetario el día menos pensado pero ¿que importa si ellos hacen su agosto?

Aquí ocurrió un conflicto hace pocos meses, por cuestión de una iglesia entre indios y chinos. Temíase una revolución y se hablaba de tomar severas medidas con los últimos. Pero el chino Palanca que es riquísimo y una verdadera idem aquí, se presentó en Malacañán (residencia del Capitán General) con dos aderezos de brillantes magníficos para que eligiese uno de ellos la generala. Esta tomó los dos para enseñarlos a su marido y volvió luego junto a Palanca sin ninguno y le dijo "son muy bonitos... si... muy bonitos... puedes irte... No valían más que 60.000,- pesos y Palanca dijo "a peso por chinot" y "sanseacabo".

Los chinos abundan aquí mucho y tienen casi monopolizado el comercio pues venden mucho más barato que los europeos. Engañan en cuanto pueden al comprador pero en último resultado cobran mucho menos, pues no tienen grandes necesidades, pues comen muy frugalmente y en general son sobrios.

Los indios de aquí son tipos mucho mas inteligentes que los ingleses que veíamos en los puntos de escala del vapor. Son tipos rarísimos por su modo de ser y de ellos podré hablar cuando los conozca más. Las "babores" (mujeres) no son tan horribles como creía. Hay tipos buenos, no sólo en mestizas, sino también en indias.

La vida se hace en Manila poco agitada. Levantarse a las siete, desayunarse y a la oficina u ocupaciones que sean; a las doce o una se come; luego se duerme la siesta y a las cinco se sale a hacer alguna visita; despu.es a Sampalog, un barrio de Manila, se llega junto a una fuente donde se para unos momentos ya bajándose del carruaje y dando un pequeño paseo a pié; ya permaneciendo repantigados en seguida al Malecón, paseo a la orilla del mar, y por ultimo a la "luneta" en donde se pasea en carruaje o a pié. El paseo es bonito pero mal alumbrado. No se emplea más que el petroleo u aceite de coco y aunque hay muchos faroles, esparcen poca claridad. Toca una música todas las tardes y los jueves y domingos, dos. A las ocho se cena y de allí a un rato a la cama por regla general, pues pocas distracciones hay de noche. Fuí una a un indecente teatro donde actuaba una mala compañía japonesa de acróbatas, etc. Hay otro teatro que no funciona estos días pero creo que es por el mismo estilo. Los comercios se cierran a las ocho y quedan las calles casi desiertas. Hay un casino donde se timbea como es consiguiente. Hay también unas tertualias, bailes y reuniones. Precisamente el dia 30 (el de mi salida), se daba un asalto en una casa particular, que prometía estar muy bueno, y al que hubiera asistido, pues me habían ofrecido llevarme varios amigos. He sentido no poder ir por ver como son aquí estas fiestas.

Ayuntamiento de Manila, 1890

Manila es una hermosa ciudad y susceptible de hermosearse mucho. Está atravesada por el rio Pasig del que parten una porción de "esteros" (brazos) formando islas. Podria hacerse una Venecia-Manila propiamente dicha, es la ciudad murada pero hay una porcion de barrios, Tondo, Binondo, Sampaloc, Quisapo, Malate, La Ermita, Paco, et. Algunos de estos estáan un poquito apartados y tienen hermosas casas rodeadas de jardinillos. Esto haee que las distancias sean muy largas y ya por esto, ya por evitar el sol no se puede salir sino en coche. Es un principio de buen vivir aquí el no economizar el coche, sino con el estomago. Tambien aconsejan librarse de tres eses Sol, sablazos y sayas. Por lo demás aquí tiene coche todo el mundo pues resulta barato. Se sostiene caballo y cochero con doce pesos mensuales, y doce pesos aquí significan menos que en esa. Lo de alquiler son a precios módicos también y los hay de mayor y menor categoría al alcarnce de todas las fortunas . Los caballos son pequeños pero bien formados y tienen mucha resistencia.

Asistí una noche a un baile del pais (bailuján). Había mestizas muy guapas, unas vestidas a la europea y otras estilo del pais. Bailaban, valses, polkas y rigodones, como en esa. Me sorprendía ver a las vestidas de "babais", como valsaban sin perder las chinelas. Y describiré mal como pueda este traje. Camisa de encaje de piña, transparente, suelta y con mangas perdidas; no pasa esta camisa de la cintura. Por encima un parluelo de igual clase doblado en punta y con las puntas de delante no atadas sino cosidas, creo, o no sé como sujetas por los extremos. Falda de cola de colores fuertes, y sobre ella una especie de mantelo negro, com muy poco vuelo y cuyas puntas cruzan detrás en la parte superior y abren en la inferior. Chinelas mas o menos lujosas. Las indias no gastan medias por lo general, pero si las mestizas. Algunas de ellas había en el "bailuján". Tenían muy buenas alhajas.

En cuanto a los indios, andan casi todos descalzos y gastan unas camisolas muy planchadas que traen sin nada encima y con las faldas por fuera. Para solemnidades se ponen encima una americana por debajo de la cual salen las faldas de la camisa haciendo el mas ridículo efecto.

Oficina de Correos de Ultramar. Manila 1890

Y ya que hablo de trajes, hablaré también de los europeos. Las mujeres, visten de blanco o colores muy claros, salen sin nada en la cabeza pues pocas veces ponen sombrero. Los hombres visten trajes blancos que están muy admitidos y son muy baratos pues cuesta americana y pantalón, tres pesos pero hay que tener muchos pues se ensucian enseguida. Los que están de luto traen una franja negra en el brazo. Los hay que se elegantizan pero la generalidad no lo hace pues resulta incomodo, así que tratan de sustituir el frac por el smokin blanco, si bien por ahora no es más que un proyecto. Pero los de la carrera judicial tienen que salir indispensablemente de negro, lo que es muy molesto. Menos mal que en provincias no hay esas exigencias.

En la Iglesia de Recoletos se celebraba esos días un novenario al Patrocinio de San José. De noche estaba iluminada la iglesia exteriormente con vasos de colores y transparentes. Había en el atrio unos arcos muy sencillos y elegantes que hacen los indios. Un poco de luz eléctrica iluminaba la plazoleta y allí tocaban dos o tres orquestas todas las noches. Los músicos son índios que tienen gran oído y afición y ejecutaban muy bien las piezas de óperas y zarzuelas nada fáciles. Esa iglesia está precismante frente a la casa en que vive Consuelo Feijoo y desde allí pude disfrutar algunas noches tal diversión. El último día de novena, por la tarde salió la procesion. Iban alumbrando hombres y "babays", los seminaristas que son índios formaban parte ¡Buenos peces serán! ¡Seminaristas e índios! ...

Iba como es natural la comunidad, presidida por el Prior. Era este uno de esos tipos que ahí solo podemos figurarnos rernontándonos a dos siglos há. Grueso, no muy alto, de unos cincuenta y tantos años; con gran corona y poblada cogulla; de andar majestuoso... era todo un Prior. Pero aún no dije lo mejor de la procesión: los santos. Y no me refiero al valor moral como tales, sino al material. Siete u ocho efigies, cubiertas con riquísimos mantos con preciosos bordados y colocados sobre andas de plata muy grandes y cuajadas de velas y faroles. Las de San José y la Virgen especialmente eran muy grandes y magníficas; iban colocadas en carrozas que empujaban hombres: por el estio de la mesa de la cena en la procesión de Jueves Santo en Santiago. Llevaba la imagen de la Virgen una diadema de oro cuajada de brillantes que ya... ya ... En fin que si me dieran la procesión me volvía con ella a esa pues no necesitaría para nada de mi carrera. Y cuenta que esta procesion es de una de las iglesias menos ricas de Manila.

Y es que aquí los frailes tienen mucho dinero. Así se le ve paseando en carruajes muy limpios y pulcros, fumando buenos tabacos y con cierto aire dominante que indica su poderío. Esto sin embargo va yendo a menos y con el tiempo acabará por desaparecer.

Antes de terminar mis notas de Manila debo decir algo de la Veterana. Hay Guardia Civil veterana que presta servicio de orden público en la población. Son los soldados casi todos índios y por lo que observé cumplen mejor su cometido que los municipales y polizontes de por ahí. Se pavonean mucho con el uniforme que gusta sobre manera a los índios pero les molesta grandemente el calzado, asi que desde que anochece los permiten descalzarse. Le da a veces una monomanía muy rara de la que se han visto ya algunos ejemplares. Si uno tarda en ser relevado mas de la hora reglamentaria no se deja después relevar sino a la fuerza. Unos dicen que hace pocos días estaba empeñado en que fuese a relevarlo el Capitán General y tuvieron que amarrarlo entre varios, pues a las razones que le daban quería contestar con sablazos.

En resumen: Me gusta Manila y el pais filipino, por lo que he visto. Quiera Dios me suceda lo mismo en mi Juzgado. En cambio, algumos comarcanos a la media hora de llegar ya hablaban de volver a España...

Terminadas, pues, mis ocupaciones en Manila y visto lo más principal de la capital, llegó la hora de emprender de nuevo mi viaje que parece el cuento de nunca acabar. En efecto, hace dos meses que sali de Cardegía y todavía no he descansado. Ahora que poca distancia hay a Misamis y que debería ser cuestión de dos días; tendré que enredar por lo menos diez. Estos vapores correos inter-insulares, van haciendo una porción de escalas y describiendo en su ruta un zig-zag, eses y ochos que no hay más que ver. De Manila a Promblong, Cebú, Ormog, Cattalogan, Tacloban, Cabahan, Surigao, Carniguin y Cagayan de Misamis. Como no tendrás un mapa de estas islas pondré una comparación diciéndote que es como si de Santlago fuese a Lalin, Monforte, Lugo, Coruña, Vigo, Pontevedra, Tuy y Orense.

Estación del Ferrocarril. Manila 1890

Y aún no debo quejarme pues el vapor "Brutus" hace escala en Cebú donde tengo que presentarme a prestar juramento y podré hacerlo en el tiempo que allí se detenga, pues de otra suerte, tendría que ir a Cebú, pasar allí quince dias, volver a Manila a esperar otros quince por otro correo que me condujese. Así le sucedió al Juez de Zamboanga que tiene su distrito limítrofe con el mío.

Tomé pues pasaje en el vapor correo "Brutus" de la casa Aldecoa y Cía., y salí en él el día 30 de noviembre. Casi todos los comarcanos nos esparcimos ese día pues salen varios correos en diferentes direcciones. Despedirme pues de amigos viejos y nuevos, y con algunos que aún continuamos juntos por algunos días u horas, salimos de Manila.

Cuando ternino esta, 9 de diciembre, estamos a la vista de Cagayan de Misamis a donde llegaremos dentro de dos horas. Ya apuntaré, las notas de viaje, que por cierto a pesar de lo cansado que ya se encuentra uno, no carece de encantos.

Adiós pues y ahí va la penúltima.

Os abraza de corazón vuestro verdadero amigo.

AUGUSTO

domingo, 8 de julio de 2012

IX De Cardexía a Misamis: de Singapore a Manila

- IX -
DE  SINGAPORE  A  MANILA
---- ooo ----

De madrugada nos pusimos en movimiento hacia Singapore. Entramos en un canal cuyas márgenes son la isla de Sumatra y el vértice de la península de Malacca. Prodigiosa vegetación que llega hasta el mar. No se vé playa ni otra cosa que los árboles que arrancan de entre las mismas aguas... Es una entrada deliciosa. Atracamos al muelle muy extenso y que evita el ser conducidos en bote al puerto como en otros sitios. Bajamos pues al muelle y tomamos un carruaje que nos conduzca a la población. Entramos cuatro en un tirado por sólo caballo muy chiquito pero que nos arrastra vigorosamente. Entramos por el barrio chino que es inmenso. La población china es inmensa y no puede vivir en su Celeste Imperio. Desparrámase por todas partes y ejerce los trabajos más penosos. Lo que a mí más me molesta es verles tirar de un carruaje. Cobran menos que los tirados por animales y hasta tienen que cederles a estos el paso. Todo chino aprecia grandemente su coleta que llevan muy larga y cuidada. Los ricos gastan calzado y sombrero a la europea. Las mujeres tienen unos pies inverosímiles. Desde pequeñas los oprimen y encarcelan. Lo que vemos pues en abanicos y estampados de tela no es exageración.

Además de la china, hay también población india e inglesa pero aquella es la que más abunda. Hay mucho "policement" ingleses y aún indios. He visto llevar a muchos chinos sujetos por la coleta. También encontré un coche celular en que iban ocho o diez que según me han dicho iban a ser ejecutados en una isla próxima.

Singapore no me gustó tanto como Colombo. Al ver la preciosa entrada por el canal me prometía más. Almorzamos en tierra pero tan ferozmente mal que yo sospecho si la carne que nos dieron era de chino. Cuando terminábamos llegó otra partida de pasajeros y les recomendamos que fuesen a otro lado. Así lo hicieron pero no adelantaron nada. Muchos fuimos los que no almorzamos a bordo pero ni uno quedó satisfecho. Lo que más me llamó la atención en Singapore ha sido el árbol del abanico. Suponte un tronco de dos o tres metros hasta la bifurcación de las ramas. Cada una de estas la compone una colosal hoja con un par de metros de tallo y otros dos o tres de verdadera hoja que se parece a las de cuentas de rosario en la forma. Están colocadas en forma de abanico, pero con tal precisión que parecen uno de esos hechos con plumas sujetas por cinta a los que sin duda sirvieron de modelo. Yo creí al principio que eran trabajados por hábiles jardineros pero luego me convencí que no era sino una hermosa obra de la naturaleza.

Salimos de Singapore a las tres de la tarde entrando en el mar de la China que debíamos atravesar en cinco días pero no fué así pues el Monzón nos impide avanzar con la rapidez que quisiéramos. Los Monzones soplan 10 meses al año, cinco en una dirección y cinco en la otra. Los otros dos meses son de transición, y esa fué la que traíamos por todo el mar de la India, pero aquí al fín se presentó. No nos molesto tan solo el viento y corrientes contrarias que imprimen al barco un cabeceo muy mareante, (para los que lo gastan) sino que continuaron presentándose aguaceros tales que no se veía alrededor del barco y había que ir a media máquina y pitando continuamente para evitar un choque; único siniestro posible para un buque de los de las condiciones del que nos lleva. Así que tardamos dos días más de lo que sería sin el ramalazo que encontramos y contábamos el día 21 con fondear a la noche en Manila, pero aún hubo otro retraso, por el que no me quejo ciertamente. Fue así:
En la tarde de dicho día estaban varios pasajeros conversando con el capitán y vieron a lo lejos un barco en el que nada de particular notaron y del que por lo tanto no hicieron caso. Pero uno del corro, un tal Artach, piloto mercante, se detuvo por curiosidad a observar con los gemelos la vela que se divisaba en lontananza. ¡Feliz casualidad! Distinguió un pequeño punto al lado del barco. Pero para el ojo del marino aquel punto era un bote. Llamó la atención del capitán y convinieron en que en el bote estaban dos personas. Al momento viró nuestro buque, dirigiéndose hacia los náufragos que indudablemente precisaban nuestro auxilio. Conforme nos acercábamos iban distinguiendo más claramente un "panco", pequeña embarcación desde la que hacían señales. Luego lo que se creía bote nos salía lentamente al encuentro. Y vimos dos indios escuálidos, amarillos cadavéricos en fín, que de rodillas sobre una pequeña balsa formada de cañas, agitaban una pequeña banderola. Todo el pasaje presenciaba emocionado la escena. No hablábamos más que muy despacio. Llegó la balsa al costado del buque ¡señoj! ¡señoj! clamaban los infelices. Iban con carga de carbón vegetal a Manila y estando ya próximos a la bahía los cogió la nortada y los metió mar adentro. Estaban sin rumbo, tres días sin beber y casi sin comer pues solo tenían arroz que no podían condimentar. El "panco" no se sumergió porque llevaba "batangas" (ya expliqué lo que eran al hablar de las piraguas de Colombo). Se les alimentó y el capitán no quiso contentarse con recogerlos sino que largó un cabo para remolcar su embarcación. Al efecto se maniobró y fueron a acompañar a los cinco náufragos un contramaestre y un marinero. El primer oficial en esa maniobra perdió un reloj que se le cayó al mar y se hizo suscripción para regalarle otro. A las dos horas estábamos en marcha aunque a menos velocidad por causa del remolque.

Cerca de las doce de la noche, acababa de acostarme, cuando noté que paraba el buque y oí pitos y voces. Volvía a vestirme y subí sobre cubierta. Era que hacían señales los del buque. Se les había roto el timón con la velocidad que para tal barco construido muy débilmente, era mucha, y tuvimos que seguir a media máquina. Sin ganas ya de acostarme me eché en una silla sobre cubierta, y acababa de quedarme dormido, cuando sentí un ruido especial y voces ¡el cabo! ¡el cabo!. Era que se había desamarrado y se escapaba.

Medio durmiendo me lancé a él con otros dos o tres y por poco nos derriba, pero al fín lo sujetamos un momento y pudo sujetarse de nuevo. Pero en este momento se oyen voces de los del "panco": ¡bote! ¡bote! ¡socorro! ¡socorro!. En un momento que me pareció un siglo se echó el bote al agua. Yo tiré de un cabo y ayudé como un marinero, quedando grandemente satisfecho de haber contribuido aunque de modo insignificante a tan humanitaria acción. Pronto volvió el bote con toda la gente. El barquicho se había abierto y anegado de agua. ¡Y como venía aquella gente!. Calados de agua, sin voz y sin acción. Se vistió a los indios. Yo dí a un pobre viejo unos pantalones que tuvo que remangar un kilómetro. Hubo que cortar la amarra y dejar abandonado el
"panco" "Nuestra Señora de los Remedios". Cuando comenzaba el alba pasamos la isla de Corregidor, entrando en la inmensa bahía de Manila. Cerca de las siete fondeamos. Nos pasamos a un vaporcito que nos transportó al muelle. Entramos en la embocadura del rio Pasy que atraviesa Manila y en cuyas márgenes está el desembarcadero.

A las ocho de la mañana del día 22 de Noviembre de 1.889 puse mis plantas en tierra filipina. Esa hora corresponde aproximadamente a las doce de la noche anterior en esa tierra. El 30 probablemente partiré para Cebú y Misamis de donde enviaré nuevas notas.

Adiós

AUGUSTO.

sábado, 7 de julio de 2012

VIII De Cardexía a Misamis: Colombo - Singapore

- VIII -
COLOMBO - SINGAPORE
---- ooo ----

De Aden a Colombo no puede darse mayor contraste. Causa extrañeza en este viaje la variedad que se nota entre los diversos países que se recorren. En Aden no se veía más que rocas peladas; en la isla de Ceylan había una vegetación exuberantísima. En Aden hace siete años que no ha llovido; en Colombo apenas pasa un día que no llueve. Cuando nos aproximábamos a tierra y divisamos los verdes arboles que surgen de todos lados llegando hasta la orilla del mar se nos vino encima un nublado que no tardó en traernos un formidable chaparrón. Nos supo como es de presumir, a cuerno quemado, porque temíamos no poder ir a tierra con tal motivo, pero afortunadamente después de almorzar aclaró y en un vaporcito nos trasladamos a Colombo. Tratamos Enseguida de buscar carruaje pues es una población muy grande. Tres medios de locomoción teníamos para elegir: carruaje tirado por un caballo, idem tirado por carabao (una especie de ganado vacuno). Carruaje tirado por indios que marcha a la carrera y aún muchas veces entrega una fusta para que le hostiguen. Nos decidimos por ser arrastrados por un caballo y marchamos a recorrer lo principal. Las casas encuéntranse en el centro de preciosos jardines. Las calles adornadas con árboles de estos climas y terrenos llenos de cocoteros, palmeras, magnolias y otros árboles. En los jardines flores rarísimas, de brillantes colores. Muchos pájaros, algunos hermosísimos, ardillas que saltaban y subían por los árboles. Hay algunos lagos deliciosos, lagunas donde se cultiva el arroz; he visto también la caña del azúcar y por fín llegamos al bosque de la canela. Son unos arbustos de hoja parecida al limonero pero que despiden un aroma muy agradable. El país de la canela. Y de canela parece todo. Los indígenas son de tal color. Las calles que están como nuestras carreteras tienen arena roja. Cayó otro chaparrón, y las aguas que corrían iban rojas, si bien era debido a la tierra que arrastraban.

Llovíó mucho en poco tiempo, pero antes de mucho ya estaba todo seco, y como si tal cosa. Fuímos a ver una pagoda donde encontramos a Brahana, Vischemi, Sucas Budda y "Cía". No es un templo monumental. Hállase distribuído en varios pequeños compartimientos. La escultura y pintura son como hace dos mil años. Entre las diversas figuras nos enseñaron una pintada en la pared que representa al diablo. Este es un caballero particular sin otra especialidad que la de tener tres ojos.

Volvímonos hacia el puerto y en una calle encontramos un tropel de chiquillos indígenas que con sus libritos volvían de la escuela. Entre los tipos del país llamaban mi atención especialmente los ancianos. Con venerable barba y una peineta en forma de herradura que colocan con la punta hacia delante.

Visitamos luego algunos bazares donde se expenden con preferencia objetos de concha y ébano. Por fín acercándose la hora de la partida volvimos a nuestro barco que zarpó a las tres de la tarde.

Por la noche nos esperaba el espectáculo de una tempestad y cuadra perfectamente lo de espectáculo pues no hubo que luchar con ella. El agua caía a torrentes, relámpagos, truenos, alguno de los cuales nos estalló mismo encima; pero un llover dasatinado como no se vé ni puede uno formarse idea. Como es consiguiente había señoras asustadas e individuos algo gallinas que no las tenían todas consigo. De Colombo a Singapore se atraviesa el golfo de Bengala, célebre por su fosforescencia. Sin duda no es esta época oportuna pues no se deja ver. Pasado el golfo, éntrase en el lago estrecho de Malacca, entre esta península y la isla de Sumatra. A la entrada se ven algunas islitas que a alguna distancia parecen formadas de áridas montañas, pero al acercarse un poco se encuentra uno con una vegetación no vista. Todo está cubierto de árboles, desde el pico de una montaña hasta la orilla del mar. Vénse solo algunos claros de un color verde claro, que deben ser pastos o plantíos. Así es también lo que se ve de Sumatra y de Malacca. A1 final del estrecho está Singapore adonde llegaremos esta noche pero no se si entrará en el puerto, pues sólo puede entrarse de día. Un detalle de Colombo que se me ha pasado desapercibido. Antes de llegar a ese puerto encontramos multitud de pequeños barcos y me llamó la atención que llevaban vela y remos. Luego observé que los remos eran dos e iban de un solo lado. Por fín más de cerca comprendí lo que era. De un lado de la embarcación van dos palos tendidos sobre el agua y cruzado sobre ellos otro, que va a flor de agua. Esto hace insumergible la piragua. Y en verdad que lo necesitan pues son unas piraguas tan sumamente estrechas que no cabe dentro de éllas un hombre de frente y van sentados encima, llevando las piernas dentro únicamente.

Entre ocho y nueve de la noche fondeamos a una hora de Singapore.

viernes, 6 de julio de 2012

VII De Cardexía a Misamis: Tipos de a bordo

- VII -
TIPOS DE A BORDO - ESCENAS Y LANCES
---- ooo ----

Vapor Isla de Panay
Como no puede por menos, donde va tanta gente, hay a bordo tipos muy salados que se prestan a la pluma de uno de esos realistas que podrán fotografiarlos sobre el papel. Va un señor de barba blanca, gallego, telegrafista, medio chiflado. Hace su segundo viaje a Filipinas y asegura con toda formalidad que naufragaremos porque él tiene que naufragar en su segundo viaje.

Un subdelegado de Hacienda, pequeño, regordete, cojo, con tipo de tendero de comestibles, y que hizo un par de noches las delicias del pasaje. A ese buen señor le metieron en la cabeza algunas bolas de las más absurdas y como se las ha hecho creer no sé que politiquillo que le apadrina, las sostiene con tesón. Aunque asegura que no entiende una palabra, responde de la exactitud de sus aserciones porque quien bien lo sabía a el se lo dijo. Trátase nada menos que de un nuevo camino que de España conducirá a Filipinas. No hay más que taladrar el globo. Algunos comprendieron ó sabian ya quien le había ilustrado, y se tornaron sus defensores. Otros tomaban la cosa en serio. El calor central era el primer argumento que se les ocurría. Pero uno de los defensores salía al punto con que esa teoría estaba desmentida. ¡Eso! ¡Eso! repetía entusiasmado el buen señor. No es para repetir el sinnúmero de disparates que se han dicho. A lo mejor decía alguno que se iba a encontrar un fuerte obstáculo en las indiosincrasias, y otro replicaba enseguida que un "janké" acaba de inventar un aparato de esponjas combinadas que las destruían y ¡eso! ¡eso!, repetía el buen señor. El otro día estaba escribiendo, y sin duda deseaba dar cuenta del rumbo del viaje pues me preguntaba con la mayor naturalidad si aquella noche habíamos pasado el polo.

Entrada a la Cámara. Vapor Isla de Panay
Va tambien, una zorra con dos rabos, o mejor dicho una cabra con dos sogas según manifestó una de éstas. Seré más claro. Van dos hermanos que tienen un tercero que ha sido juez de unas oposiciones que hice y no ha sido la de Ultramar. El apellido es muy cinegético. Uno de ellos va casado con una andaluza guapilla pero con una pinta endiablada. Y los hermanos bien lo saben pues no dejan a la pobre muchacha. Los primeros días no se sabía de fijo quíen era el marido. Un señor que ocupa un elevado puesto en mi carrera, acercábase algo a esa familia. La gente se escamaba y sea que él no quisiera perjudicar el buen nombre de esa señora (así lo dice él), sea que ella le haya dado a entender que perdía el tiempo, (así lo murmura la gente), el caso es que se apartó y dejo de verse junto a la tal señora. A los dos días ocurriósele tomar un refresco (al galán) y al tratar de pagarlo le dicen que estaba pagado por el Señor X (el hermano soltero). Esto parecióle ofensivo pues en una ocasión había pagado el no sé que cosa que tomaron toda la familia, y se creyó en el caso de enviar sus testigos. Así lo hizo diciéndoles que preguntasen si había tenido intención de ofenderle al dar tal orden al camarero. Contestó que no y la cuestión debía quedar terminada aquí. Pero fácil es de suponer lo que de eso se hablaría a bordo, donde no pasa nada desapercibido, ya por el afán que hay de cualquier cosa de que se pueda hablar, ya porque como hay tanta gente siempre ha de haber alguno que escuche.

Camarote de Primera. Isla de Panay
Por lo demás no hay viaje de éstos de que no resulten algunos lances de honor, que como a bordo no pueden realizarse se aplazan para el desembarco, pero cuando se vé tierra, olvídanse las ofensas, hijas tan solo del aburrimiento de un largo viaje y no hay sangre.

Pero el caso este fué fecundo en incidentes. A los dos días de haber enviado sus testigos el tal caballero, se encontró con los del presunto contrario, a preguntarle iban si al enviar los suyos lo había hecho con ánimo de ofender. Contestó negativamente. Este nuevo detalle pareció todavía más sustancioso que los anteriores y se hizo de él buen consumo. Pero después los testigos se creían ofendidos a su vez porque andaban en boca de todo el mundo, que por cierto los trataba con poca caridad; y a su vez pidieron explicaciones y siguió rodando la bola. Una noche a hora bastante avanzada, algunos que durmieron sobre cubierta, vieron que paseándose la señora y su cuñado, disfrutaban y luego él la pegaba y llego el otro "frate" y la defiende ... Al día siguiente no se conocía más que la cojera del cuñado, que se había caído y lastimado en una pierna, pero de lo demás como si tal cosa. No faltan pues "trajedias" y “sainetes".

Con que hasta Singapore.

AUGUST0.

jueves, 5 de julio de 2012

VI De Cardexía a Misamis: Adén - Mar de las Indias

- VI -
ADEN.- EL MAR DE LAS INDIAS
---- ooo ----

Hacia la terminación del Mar Rojo vuelven a distinguirse con claridad las áridas cstas africanas y asiáticas. Algunos islotes, peñascos de bastante elevación se ven cerca de las ultimas. Unas horas antes de llegar a Aden se pasa el estrecho de Kab-el-Mandeb. Es muy angosto, justificando asi su nombre. En la parte de Africa hay unos formidables fuertes que pertenecen a los aprovechados ingleses. Estos caballeros, cuando se emprendió la gran obra del canal de Suez, hicieron una oposición tenaz, logrando que el Kedive retirase la subvención metálica y el auxilio de brazos que concedía. Pero a pesar de eso el canal se hizo y entonces dedicáronse a adquirir sus acciones y lo hicieron tan bien que hoy son dueños casi absolutos. Tienen pues las dos llaves del Mar Rojo, el canal y las fortificaciones de Kab-el-Mandeb, frente a las cuales y en el continente asiático hay un mezquino establecimiento italiano. Pretenden contrarrestar la ingerencia inglesa pero les falta mucho aún.

El trayecto desde el estrecho a Aden se recorre a la vista de costas. Distinguimos en la de Africa una pequeña casa blanca, en la playa, sobre la cual se veía una cosa encarnada que algunos afirmaban era una grande ave. Fuime al punto por los gemelos, para observar tan curioso animal y vi en efecto, que no había tal pájaro, sino nuestra bandera, roja y gualda, que ondeaba majestuosamente y a la que saludamos con entusiasmo, pero no sé que significaba en tal paraje.

Llego la noche, Aden aun distaba; íbamos a llegar a altas horas de la noche y como se para poco tiempo no se puede ir a tierra. Acostéme pues, pero muy temprano despertóme un ruido especial que no era el que hacen con el baldeo del buque, al que ya estoy acostumbrado. Quedéme otra vez dormido, pero desperté de nuevo al poco rato. Oía palmadas, gritos extraños y un pataleo especial sobre cubierta. ¡El baile de los indígenas! Me vestí a escape y me lancé sobre cubierta. Como en Port-Said infinidad de vendedores ofrecían mil baratijas. El baile poco tenía que ver pero sí los bailarines. Hermosos son los

Naturales de este país. Buenas estaturas, muy bien formados, de elegantes formas, color casi de chocolate; un cutis finísimo; pelo rizado pero sedoso y fino. No traían más traje que un taparrabos formado por una especie de banda que anudaban con una gracia a la cintura y que les cubría hasta la rodilla. Desde que el barco comenzó a aparejar y los hicieron marcharse, quedáronse algunos en botes alrededor del barco pidiendo les arrojaran monedas a la "mer". No he visto mejores nadadores. Con pasmosa facilidad bucean y recogen una moneda aunque se les arroje a distancia, que se cuelan por debajo de una lancha de uno a otro extremo ó formando un grupo de veinte o treinta sostiénense en el agua merced a un ligero movimiento de piernas y batiendo palmas corean muy a compas; "A la mer"... óóójóó... "a la mer"... óóójóó...

Aden como casi todo lo visto desde que salimos de Europa es aridísimo. Fuertes, Consulados de todas las naciones y algunos otros edificios. Salimos al Oceano Indico, continuamos bordeando la costa africana hasta pasar el cabo Gardanfuí que es el punto más oriental del continente, y entramos en la parte mas monótona del viaje. Ocho dias en que apenas se ve tierra. Pasamos por el ancho golfo de Omar. La mar en su superficie está tersa y tranquila pero no así más abajo. Hay lo que se llama mar de fondo que imprime un fuerte cabeceo al buque y ocasiona mareos que hace días no se habían visto. Esto duró un par de días, más luego calmó bastante. Faltan un par de días para llegar a  Colombo, en la isla de Ceylán. Dicen que es fertilísima, de suerte que la primera tierra que veamos será preciosa. Nada de particular vemos fuera del barco. Hablemos pues de la vida interior.

Próximo capítulo: Tipos de a bordo – Escenas y lances

miércoles, 4 de julio de 2012

V De Cardexía a Misamis; De Suez a Aden

V
DE  SUEZ  A  ADEN
---- ooo ----

A las tres y media zarpamos con viento en popa, con lo cual se utiliza el trapo y hacemos doce millas por hora. El Mar Rojo que aún en su mayor anchura mide poco, es aquí muy estrecho y vemos las costas africana y asiática, ambas sumamente áridas, con montañas de pura roca y sin que todo el día distinguimos, ni una casa ni un árbol ni un hombre, nada más que rocas peladas. Pasamos ante la cordillera de Sinaí pero no se istingue el célebre monte teatro de sublimes escenas de nuestra Religión. En días claros puede divisarse, pero el que llevamos no era lo suficiente. A la tarde nos encontramos un faro, construído de armazón de hierro que parece brota de las aguas. Debe estar construído sobre un arrecife y es de mucha utilidad, pues este mar tiene muchos bajos que hoy son ya perfectamente conocidos, así que no se precisa ya práctico. Sin embargo la Trasatlántica sigue llevando uno que tenía hace tiempo, más por pagarle sus veinte pesos por viaje que por otra cosa, pues nada hace a bordo. ES un moro, se llama Mahomet, y tiene cinco mujeres, tres en Aden y dos en Port-Said. A poca distancia del faro y muy cerca de la costa asiática, vimos dos vapores encallados, que están allí hace algún tiempo. Uno de ellos parece al principio pues solamente está un poco inclinado en proa. El otro ha debido sufrir un golpe terrible pues encalló por la proa y se volvió por completo en tal disposición que sólo... se vé fuera del agua la popa. Causa pena verle en tal estado, rodeado de lanchas en que acuden a sacarle ellos cuanto pueden. La gente ha debido salvarse, pues están muy cerca de la costa. El siniestro fué por haberse extraviado de su ruta a causa de la niebla.

Al siguiente día, Domingo, oimos nuestra misa sobre cubierta y con general sorpresa el Capellán al terminar volvióse a dirigir la palabra. Todo el mundo trató de acercarse ya por la novedad del espectáculo verdaderamente conmovedor, ya por la decisión del Padre que se atrevía a dirigirse a un público en la parte ilustra y en parte guasón. Gustó mucho por su modestia y expuso sin perder los errores y funestas consecuencias del indiferentismo religioso. Terminando con una sentida incitación a los presentes encareciéndoles que si querian hacer un viaje feliz y próspera fortuna se entregaran en brazos de la Religión que nos defendería y protegería.

Nada de particular ocurrió en los días siguientes más que ver algunos barcos. El calor es ya insufrible, pero si no aumenta muchos, creo que me voy habituando. El 30 vemos a Moka en la costa asiática, célebre por su rico café. Mañana de madrugada llegaremos a Adén. En la próxima hablaré de este punto. Adios pues, carísimo. Tuyo.

AUGUSTO

martes, 3 de julio de 2012

IV De Cardexía a Misamis: Canal de Suez

 IV
DE  PORT-SAID  A  SUEZ (El Canal)
---- ooo ----

El 24 por la mañana vamos acercándonos a tierras, pero a la costa africana, pues de Europa ya nada volveremos a ver. Lo primero que se presenta a nuestra vista es un alto palo que me dicen es de un barco y otros que un faro. Parece muy alto para lo primero y muy escueto para lo segundo. Sin embargo, percíbense unas escalerillas a sus lados que parecen dar la razón a los que suponen faro, pero no lo es, sino una machina una especie de calria. Vénse también multitud de barcos pescadores con velas latinas y algunos de alto porte. Vénse a los lados del espárrago que tanto nos dió que hablar de árboles y otros detalles que nos indican una no muy grande población, y digo detalles porque sólo se perciben algunos detalles de edificios. El terreno es tan bajo que no se nota, pues no sobresale del nivel del agua, tal que los árboles parece que no arrancan de ella. Es Danita, ciudad que desempeñó un importante papel en la época de las Cruzadas. Nos llaman a almorzar y cuando terminemos ya habrá desaparecido Daneta de de nuestra vista, percibiendo solo algunos barcos y gaviotas que cruzan en diversas direcciones.

A cosa de las 11 comienza a distinguirse Port-Said. El Faro y algunas torrecillas, árboles, luego algunos edificios, pero nada de montañas ni la menor prominencia del terreno. Muchos vapores entran o salen del puerto. Por todos lados del barco vése a todo quisque terminando su correspondencia para entregarla luego al sobre-cargo que la hará llegar al correo. Los marineros hacen preparativos para la entrada en el puerto. Se izan las banderas. Acércase un vaporcito remolcando una lancha en que viene un práctico, al que arrojan una escalerilla de cuerda, y sube al puente donde le esperan el capitán y oficiales. Salúdanse y encárgase de la dirección el práctico, transmitiendo las órdenes el capitán. Vamos entrando en el puerto en donde hay muchos buques de diversos países. Vemos casas de forma elegante y extraña aunque todas construidas con materiales ligeros. Tiene en todos los pisos una especie de galerías abiertas, muy anchas y que deben prestar mucha comodidad y frescura. Pasean diferentes personas por la plaza y muelle y entre ellas, un mozo negro como el azabache muy mal vestido, lo cual nos permite ver su al parecer embetunada musculatura. Llega la sanidad y cubiertas las formalidades, establécese comunicación y saltan sobre cubierta multitud de comerciantes ambulantes que abren sus cajas y presentan mil chucherías que venden bastante baratas, es cierto, pero explotando cuanto pueden al comprador. Por ejemplo, vendían lentes ahumados, que son muy convenientes en este viaje para evitar la reverberación del sol sobre las aguas y el que se metan en los ojos las arenas del desierto. Al principio vendíanlos a cuatro pesetas y últimamente a una. Yo me los traía ya de Barcelona pero quise comprar unos gemelos que pregonaba un italiano y me pidió seis duros y que no ganaba ni media peseta. Desistí de la compra, pero poco antes de marchar los obtuve por cincuenta reales.

Rodeaban el barco multitud de rapaces que pedían les arrojasen monedas e iban a buscarlas al fondo de mar. No me extrañada esto pues ya he visto buenos buzos, pero me chocaba como en unas aguas revueltas por el continuo movimiento de buques podían distinguir una moneda de cobre. Veíanse flotando en el mar unos extraños seres que dudo si pertenecerán al reino vegetal o animal. Eran de éste, llámanse "aguas malas" y su forma es muy parecida a la de los hongos, pero de un precioso color azul. Conóceseles también por la denominación de "de la muerte señor Amaro" tontos.

Pero vamos a tierra que sólo nos conceden dos horas exactamente. Saltamos en botes, en que a porfía nos convidan unos asquerosos marineros turcos. Ponemos al fín el pié en el muelle y pisamos tierra firme. Arranca frente al punto donde desembarcamos una calle recta que me pareció corta pero que luego resultó inacabable.

Port-Said es una población de lo más original del mundo. Debe su existencia al Canal y vive explotando a los viajeros. Vénse allí individuos de todas las religiones y óyense hablar todos los idiomas. Las calles son tiradas a cordel. Su piso es de arena así que cuando llueve, lo que ocurre con frecuencia, no se podrá transitar por la población. Cada casa es un comercio, de todos lados asaltan a uno ofreciéndole cincuenta cosas. Oí mucho en un café, acerqueme y ví a varios compañeros que estaban tomando cerveza. Había una orquesta compuesta casi toda de mujeres alemanas. Hicieronme gracia sobre todo las que tocaban timbales y platillos. Decían que eran muy bonitas, pero a mi ninguna me chistó, y sólo una encontré pasable. Lo más gracioso fué que cuando los aficionados a cerveza pagaban por cada copa una peseta, acercóseles a la mesa una señora con un platito cubierto con una servilleta muy limpia y con algunas monedas de plata. No decía una palabra, pero alargaba el plato donde algunos depositaron su peseta creyendo que así pagaban pero resultó que aquello era para las músicas y tuvieron que soltar nueva mosca.

Visité la mezquita árabe, que ví sólo desde la puerta por no descalzarme. Algunos mahometanos estaban tumbados, como durmiendo, otros arrodillados hacia Oriente, bajándose al suelo con frecuencia, y otros en una asquerosa pila que había en la entrada hacían sus abluciones. Dentro no había altar ni cosa parecida. Una especie de camarín vacío y un púlpito de forma extraña que es de donde el ministro lee el Corán y habla.

Entré también en una humilde Iglesia cristiana donde recé algunas oraciones. Ví otra de mucho mejor aspecto, pero no entré pues el tiempo no llegaba a nada. Pasé también por junto a la Griega que está cerrada; tenía una cruz de cuatro brazos, cada uno hacia su viento.

Paseábanse algunas inglesas muy elegantes, con trajes claros acompañadas de niñeras muy bien vestiditas. Entre las muchas cosas que nos ofrecían, chocáronme unos borriquitos que se alquilaban. ¡Borricos de Cartagena! ó ¡Borricos de Barcelona! Nos decían. A los ingleses se los ofrecían probablemente de Liverpool y a los franceses de Marsella. Aunque el español es lo que menos hablan entendíannos bien, sin embargo chapurreando palabras en diversos idiomas, y es que aquello tiene algo de Babel.

Encontré mujeres con su caras cubiertas por un velo negro que sujetan con una cosilla de latón y que les dejaba descubiertos los ojos. Por supuesto que los llevan de adorno pues con frecuencia se dejan ver la cara. Tambien es verdad que no ví ninguna que fuese fea. Delante de algún asqueroso café, veíanse algunos mozos reclinados negligentemente y fumando en sus largas pipas con su habitual gravedad.

Volvimos a bordo. Aún tardamos más de una hora en zarpar. Muchos eran los vapores que entraban y salían, como que el movimiento del canal es grandísimo. Y no es nada lo que se paga. Nuestro buque aportó cera de 13.000 duros por viaje de ida y vuelta. Una friolera ...

Parecíame un barco inmenso el "Isla de Panay" pero entró en el puerto un vapor de la marina inglesa, lleno de migrantes para Australia. Era precioso, con dos chimeneas y cuatro palos y comprendíase que debiera tener grandes comodidades. Debía llevar cerca de dos mil personas entre tripulantes y pasajeros.

Al anochecer salimos para entrar en el canal. Antes no podía pasarse más que de día, pero ahora colocan en proa un aparato eléctrico con un gran foco que va iluminando el paso. El canal es estrecho, algo menos que el río Ulla, junto al puente. Hay estaciones para el cruce, pues los buques no pueden ir más que de uno a uno, y a veces hay que detenerse para esperar a que lleguen otros. No puede andarse más que cuarto de máquina que resulta como unas dos leguas por hora. Debíamos llegar a Suez en unas veinte horas, pero no contabamos con las huéspedas y de éstas tuvimos tres, nada menos.

Primera huespeda del Canal.- A dos horas de Port-Said se descompuso el aparato eléctrico y dijo "no quiero dar más luz". Estuvimos detenidos en una estación desde la nueve de la noche hasta las dos y media de la madrugada en que trajeron otro aparato de Port-Said. ¡Y que espectáculo tan delicioso! El canal en el punto donde nos vimos forzados a detenernos formada una gran recta y allá bastante lejos en realidad, pero que nos parecía al principio muy cerca, veíase un sol eléctrico que todo lo iluminada. Tardó lo menos una hora en llegar junto a nosotros. El aspecto que ofrecían las orillas del canal profundamente iluminadas, y nuestro mismo barco en la parte de proa, era precioso. Próximo ya el barco quedamos en la oscuridad, pues la luz va en disposición que alumbra sólo a una distancia. Tres buques ví en esta disposición hasta que cansado me retiré a descansar.

Púsose el buque en movimiento a las dos y media de la madrugada, y a las siete desperteme al sentirlo de nuevo parado. Era la 2ª huéspeda. - La niebla, espesísima, no nos permitía distinguir los objetos a dos pasos de distancia, y en esta disposición era imposible continuar. Por fín a las nueve, aclaróse y pudimos seguir nuestra interrumpida marcha.

Caminamos entre Africa y Asia. Mejor dicho, entre arena por la izquierda y arena por la derecha. A uno y otro lado vénse obras de defensa para que las movedizas laderas no se derrumben y se obstruya el canal. ¡Y que obra monstruosa ha sido la de esta vía! Porque no ha sido cuestión de abrir una larguísima zanja sino de abrirla en terreno inconstante, donde un viento algo fuerte destruye en pocos minutos el trabajo de muchos días. Y las dragas continuamente lo recorren limpiando el fango de su fondo. Algunas matas raquíticas y sin jugo, surgen de la arena. Tratan sin duda de procurar alguna Vegetación que enlace tan movible suelo.

Asquerosos moros saltan de la orilla al agua, sin desprenderse de sus harapos que sacan después a costillas, arrojándoles desde el barco frutas y mendrugos de pan que recojen con avidez. A lo lejos vemos alguna caravana que cruza el desierto en dirección a la Meca y en la que no faltan los estrambóticos camellos. Algunos carritos ví también tirados por un moro que hace de bestia. ¡Infelices! Tenemos que hacer frecuentes paradas en las estaciones. Atravesamos un lago en cuyas márgenes se encuentra Ismailía. Hay un palacio que divisamos a lo lejos, rodeado y casi oculto por árboles, donde la Emperatriz Eugenia asistió a la inauguración del canal. Otro, muy bien situado por cierto, de Lesseps y otro del Kedive que en la actualidad está destinado a Harem.

La parte esa de Ismailía, es un precioso oasis en medio de este árido desierto. El calor no nos molesta. Indudablemente se dejó sentir más estos días pasados.

A poco de salir de ese lago, o mejor dicho laguna, pues no tiene grandes dimensiones entramos en el lago amargo muy extenso, y que parece un pequeño mar. De el salimos, o mejor dicho entramos en la última parte del canal que aquí es más estrechos que en los otros trozos.

Después de comer, estaba jugando al tresillo en el fumadero y a cosa de las ocho de la noche, en el momento en que presentaba mis últimos naipes diciendo "entrada y estuche a diez" ... inclínase la mesa, caénse los tantos y sillas, muebles, todo el barco inclínase hacia la derecha y queda inmóvil en esta posición. Era la 3ª huéspeda. - Una varada. Al momento lo comprendí, pues ya sabía lo frecuente que son estos incidentes en el canal y que sólo es cuestión de una detención más o menos larga pero por completo exenta de peligros. Como que no hay posibilidad de hundirse y desde el barco casi se salta a tierra.

Pero como es de suponer no todos tenían esa serenidad y oíanse gritos, carreras, chiquillos que chillan y lloran, padres que los buscan, voces de algunos que tratan de tranquilizar y arman ellos sólos más barullo y viajero hubo que muy precavido corrió a ponerse el salvavidas sin duda para nadar entre arena. Pero en fín a los pocos minutos la gente se fué calmando y renació la confianza. Había quien decía que sería cuestión de algunas horas, otros sostenían que tardaríamos por lo menos tres días. Dispúsose la maniobra, lanzáronse cables que se apoyaron en postes que hay expreso a las orillas funcionaron de cabestrantes y sin oir un grito ni una mala expresión, con el mayor orden, como si se tratara de los más natural del mundo, sentimos que el buque recobraba poco la horizontalidad. Está sin embargo sujeto en el fondo arcillo del suelo, pero merced a nuevas maniobras pronto lo vimos a flote y de nuevo emprendimos nuestra marcha. He oido a personas que han navegado y sufrido accidentes parecidos hacer los mayores elogios del capitán y tripulación. Como hora y media sería todo lo que paramos.

A la una de la madrugada llegamos a cerca de Suez. Se veían luces en el pueblo que está un poco distante del puerto. Había varios buques fondeados allí y el nuestro también se detuvo algo para desembarcar el práctico del canal, y el aparato eléctrico. Tardamos en llegar a Suez de Port-Said unas 33 horas pues perdimos con las "huéspedas" unas o doce o catorce. Suez no tiene el movimiento de Port-Said. Ha perdido con el canal, porque antes transbordaban por ferrocarril los viajeros de allí a Alejandría, pero ahora todos los barcos hacen estación en Port-Said para hacer carbón y con tal motivo sacan todo el jugo que pueden a los pasajeros y en Suez es casi una rareza que se detenga un barco. Yo no ví más que las luces de la población y distinguí algunos árboles ordenados. Son paseos que con trabajo forman pues tienen que transportar la tierra de otro sitio. A las dos horas de la mañana el acha anclóse a la entrada del Mar Rojo.